Still Me Inside | Facing History & Ourselves
Reading

Still Me Inside

In Spanish, a teenager describes how changing her appearance affected the way that others perceived her identity and how she thought about herself.
Last Updated:
This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

At a Glance

reading copy
Reading

Language

Spanish
Also available in:
English — US

Asunto

  • Social Studies
  • Culture & Identity

Sigo siendo yo por dentro

Mai Goda describe cómo cambiar su apariencia afectó la forma en que otras personas percibían su identidad y lo que ella pensaba sobre sí misma:

“¡Necesito un cambio!”

Y con ese simple impulso, me corté mi largo cabello oscuro, me hice unas mechas rojas y, para rematar, me hice un piercing en la ceja. Había pasado de ser mensa a convertirme en punk en tan solo una semana, y aunque parezca insignificante, esta transformación tuvo un gran efecto en mi vida.

Desde que tengo memoria, siempre fui una chica buena. En la escuela, recibía buenas notas y nunca me metía en problemas. En casa, intentaba no causarles muchos problemas a mis padres. Pero más que nada, tenía la “apariencia” de una chica buena. Las personas siempre tenían el estereotipo de que yo era una chica asiática callada y estudiosa. Los padres de mis amigos solían preguntarme si tocaba el violín o el piano. “No, la flauta”, les respondía, y ellos asentían sin sorprenderse. Iba de un lado a otro con mi largo cabello oscuro tapando mi cara, escondiéndome tras ese estereotipo. Me sentía de cierta forma obligada a cumplir con el estereotipo que me habían impuesto.

Evidentemente, tenía todos los ojos en mí el día que aparecí en la escuela con un nuevo estilo, con el cabello corto y color rojo ardiente. Disfruté la reacción y la atención que recibí de mis amigos y maestros. No le hice caso a las advertencias de mis amigos sobre las personas que me miraban de forma distinta, aquellos que desaprobaban a una “punk rebelde”. Después de todo, seguía siendo la misma persona por dentro, así que, ¿por qué debería tener tanta importancia este cambio? Pronto me daría cuenta de lo ingenua que era.

Un día, llegué tarde a la escuela y debía pedirle un pase de mi vicedirector. Recibí una sorprendente mirada severa. Al escribirlo, tanto su voz como su mirada eran frías y despectivas. Confundiéndome con “uno de esos punks delincuentes”, me advirtió: “Qué no se te haga un hábito”. Si hubiese ocurrido lo mismo una semana anterior, el vicedirector no me hubiera dicho nada. No estaba acostumbrada a este trato discriminatorio y me sentí enojada, avergonzada y un poco derrotada. Ahora, cada vez que voy al centro comercial, siento como me siguen las miradas, desconfiando de mí. Los vendedores me observan con atención. Pero eso no es lo peor.

Llegó la noche de nuestro recital de música para estudiantes avanzados. Pasé semanas preparando mi pieza y estaba entusiasmada. La sala estaba llena de padres ansiosos por oír a sus hijos. Pero, el instante en el que entré yo a la sala, toda la atención se centró en mi cabeza. Mientras me sentaba para esperar mi turno, pude sentir las miradas críticas de todos los padres. Mi actuación fue buena, pero me sentí horrible. Al finalizar el recital, seguía viendo esas miradas de desaprobación a medida que salían con sus hijos. Incluso, alcancé a escuchar que sermoneaban a una amiga sobre cómo no debía teñirse el cabello o perforar su cara y convertirse en una “punk como Mai”. Una vez más, estaba lista para irme a casa enojada cuando el padre de un amigo me detuvo.

“Lo hiciste muy bien esta noche. Al principio, no te reconocí”, me comentó, observando mi cabeza.

“Ah, sí, me veo muy diferente desde la última vez ¿no cierto?”

“Bueno, tocaste incluso mejor que el año pasado. Espero volverte a escuchar”.

Volví a mi casa sintiéndome bien, como si por fin hubiese ganado una batalla. Ahora, la mirada severa del vicedirector, las miradas desconfiadas de los vendedores y las miradas de desaprobación de las madres de mis amigos ya no me molestaban. Seguía siendo la misma persona por dentro, sin importar si era punk o no. No había nada malo conmigo, el problema era el prejuicio de los demás. Volví a tener confianza en mí misma.

Todavía recibo ese tipo de miradas, pero ya no me molestan. En cierta forma, cambié de estereotipo, pero esta vez, disfruto demostrarles que están equivocados. Las personas se sorprenden al ver que obtengo buenas notas y que puedo entrar a buenas universidades. Se sorprenden al escuchar lo bien que toco la flauta. Y, más que nada, se impactan al verme parada en el frente del campo de fútbol americano, con mi cabello rojo brillando por el sol, dirigiendo la banda de marcha.

En cuanto a mi cabello rojo, en ocasiones lo vuelvo a teñir para que se mantenga de ese brillante color rojo ardiente. Pareciera que me da la facultad para luchar contra los estereotipos impuestos en mí y me brinda una confianza en mí misma que nunca antes había tenido. 1

  • 1Mai Goda, “Sigo siendo yo por dentro” de Chicken Soup for the Teen Soul: Real-Life Stories by Real Teens, ed. Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Stephanie H. Meyer y John Myer (Backlist, LLC, 2012), 261–263. Reproducido con la autorización de Backlist, LLC.

How to Cite This Reading

Facing History & Ourselves, “Still Me Inside,” last updated June 17, 2017. 

This reading contains text not authored by Facing History & Ourselves. See footnotes for source information.

You might also be interested in…

Most teachers are willing to tackle the difficult topics, but we need the tools.
— Gabriela Calderon-Espinal, Bay Shore, NY